Tony Hayward renuncia como consejero delegado pero cobrará retribuciones millonarias. El desastre obliga a la petrolera a provisionar 25.000 millones.
La petrolera británica BP confirmó por fin ayer la esperada defunción profesional de su consejero delegado, Tony Hayward. El ejecutivo, cuyas meteduras de pata le han convertido en la cabeza de turco ideal por la crisis de los vertidos en el golfo de México, será reemplazado el próximo 1 de octubre por el estadounidense Bob Dudley, de 54 años, el hombre que ha dirigido la respuesta de la compañía a los vertidos de crudo en aguas de Estados Unidos. Hayward dirigirá una empresa conjunta de BP y el gigante petrolero ruso TNK en ese país.
En paralelo a este anuncio, BP desveló ayer que ha decidido realizar unas provisiones extraordinarias por valor de 32.200 millones de dólares (casi 25.000 millones de euros) para afrontar posibles reclamaciones y pérdidas por los vertidos. Esas provisiones se han traducido en unas pérdidas de unos 13.000 millones de euros después de impuestos en el segundo trimestre del año, una de las mayores en la historia de las corporaciones británicas (aunque por debajo de los 14.900 millones de libras perdidos por la telefónica Vodafone en 2006, equivalentes a 17.800 millones de euros de hoy).
En realidad la declaración de pérdidas de BP es sobre todo un ejercicio contable que le permite deducirse fiscalmente 7.700 millones de euros. BP ha obtenido de hecho unos beneficios operativos de 3.850 millones de euros y ha generado un cash-flow de 6.800 millones de euros en ese segundo trimestre, casi un tercio más que en el mismo periodo de 2009.
La compañía ha puesto en marcha un programa de venta de activos para ingresar 30.000 millones de dólares (23.100 millones de euros) para afrontar los gastos del desastre del golfo de México sin depender excesivamente del endeudamiento. BP planea vender sobre todo explotaciones petrolíferas maduras que pueden ser provechosas para explotadoras de menor tamaño. Recientemente anunció la venta a la estadounidense Apache de activos en América y Egipto por valor de 5.390 millones de euros.
BP saldrá de esta crisis "más pequeña financieramente, pero crecerá", declaró el futuro primer ejecutivo de la compañía, Bob Dudley, al programa Good Morning America de la cadena de ABC. "Vamos a compartir las lecciones que hemos aprendido de todo esto y no hay duda que va a cambiar la manera en que se comporta la industria del gas y del petróleo en todo el mundo", añadió.
La marcha de Hayward, tras 30 años en BP y tres como consejero delegado, va a estar acompañada por renovada controversia al saberse que recibirá una indemnización de algo más de un millón de libras (casi un millón doscientos mil euros) y dentro de dos años, cuando cumpla 55, tendrá derecho a una jubilación anual de casi 720.000 euros anuales. Los medios británicos estiman que su fondo de pensiones puede alcanzar los 11 millones de libras (13 millones de euros).
Aunque admirado dentro de BP, su trabajo va a ser catalogado fuera de manera negativa no solo por el desastre del golfo o por sus meteduras de pata en los últimos meses: el problema para Hayward es que en sus tres años al frente de BP no ha conseguido darle la vuelta a los problemas de seguridad que heredó de su predecesor, lord Browne.
"La explosión en el golfo de México ha sido una terrible tragedia y, como persona al cargo de la compañía en el momento en que ocurrió, siempre sentiré una profunda responsabilidad, con independencia de a quién se le acabe achacando al final la culpa de lo que ocurrió", declaró Hayward en una nota pública. "Creo que la decisión de dimitir que he pactado con el consejo de administración es consistente con la responsabilidad que BP ha mostrado durante estos terribles acontecimientos. BP va a verse transformada como compañía por los sucesos de Macondo y lo adecuado es que se embarque en esa nueva fase bajo un nuevo liderazgo", añade.
Aunque es habitual que una multinacional cambie a su máximo ejecutivo para abrir una nueva etapa tras una catástrofe ambiental, económica y comercial como los vertidos del golfo de México, los errores personales de Hayward no son ajenos a su caída: nunca pareció darse cuenta de la importancia política de la catástrofe y cometió el error de minimizar sus consecuencias medioambientales ("El golfo de México es enorme y el volumen de petróleo vertido y los dispersantes que hemos utilizado son solo una fracción al lado del volumen total de agua", declaró el 14 de mayo) y políticas.
Varias de sus polémicas declaraciones le granjearon la hostilidad pública del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien dijo que alguien como él "no estaría en su empresa" y llegó a referirse a "culos que patear" en la petrolera. Y su torpeza le llevó a cometer otro error de relaciones públicas al participar con su yate en una regata en aguas británicas en junio.
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