En los amplios campos que rodean el camino entre el aeropuerto internacional Viru Viru y el centro de Santa Cruz empiezan a brotar nuevas industrias, que se mezclan con las ya consolidadas. Grandes almacenes de venta de maquinaria agrícola interactúan con procesadoras de alimentos o tiendas de venta de autos.
El registro de nuevas empresas en la región más industrializada de Bolivia no para de crecer. De acuerdo con la Fundación para el Desarrollo Empresarial (Fundempresa), 1.521 nuevas firmas se asentaron en ella hasta fines del 2009, haciendo un total de 10.535 compañías que trabajan en Santa Cruz.
Las empresas peruanas no son ajenas a este auge. En la Cámara de Comercio Boliviano-Peruana de Santa Cruz se han registrado 25 compañías nacionales. “Y hay la posibilidad de que entren nuevos actores en sectores como el azucarero y el maderero”, refirió a El Comercio Ramiro Franco, presidente de dicho gremio.
El ministro de Comercio Exterior y Turismo del Perú, Martín Pérez, señaló que las inversiones peruanas en Bolivia superan los US$ 600 millones.
Aceite fino
El peruano grupo Romero está presente en Bolivia a través de Alpasur (operador logístico), Ransa, Banco de Crédito y Fino (aceite y otros).
Esta última empresa tiene sedes en Cochabamba y Santa Cruz. Se dedica principalmente a la elaboración de aceite de soya y girasol. Según su gerente general, Renzo Balarezo, la compañía crece en promedio 20% al año. Solo en aceite de la marca Fino exportó por un valor de US$ 40 millones en el 2009. También explicó que el 65% de su producción lo destinan a la exportación, principalmente a los países que forman la Comunidad Andina, y el resto es para el mercado interno.
En los últimos cinco años, la empresa ha invertido US$ 35 millones en Bolivia. Para este año se tiene previsto destinar US$ 8 millones en la ampliación de la planta de Santa Cruz. Cuenta con 650 trabajadores.
Fino exporta al Perú harina, que luego es usada como insumo para alimentos para aves. Mientras que las cáscaras de la semilla del girasol tienen como mercado Chile, donde se usan para alimentar salmones.
En cuanto al mercado interno, Balarezo explicó que Fino controla el 26% del mercado de aceites.
La empresa tiene US$ 30 millones en activos en Cochabamba, donde está su refinería, y US$ 70 millones en Santa Cruz.
Lácteos y alimentos
También ha ingresado con gran fuerza a Bolivia el grupo Gloria, que controla Pil Andina, la principal industria láctea del país.
Pil fue fundada en 1960 en Cochabamba. En 1996 entra el grupo Gloria y pasa a controlar la planta de esa ciudad. En 1999 hizo lo propio con la planta de La Paz y luego, la de Santa Cruz. En 1994 se fusionaron las tres y se creó Pil Andina.
Hace 13 años acopiaba 20 mil litros de leche al día. Hoy llegan a los 610 mil litros diarios, cifra que esperan superar a fin de año. En cuanto a sus activos brutos, estos pasaron de US$ 6,2 millones en 1997 a US$ 96,4 millones el año pasado.
Este fuerte crecimiento ha llevado a Pil Andina a controlar más del 80% del mercado de lácteos, reveló el contralor general corporativo del grupo Gloria, Juan Luis Kruger.
Pero ya no se trata de una empresa netamente láctea. Ahora también ha incursionado en el rubro de alimentos. Elabora más de 270 ítems de productos industrializados, como refrescos de fruta, aguas de mesa y esperan incursionar pronto en el rubro de helados. Tiene 1.300 trabajadores, 40 mil puntos de venta en el país y 2.300 proveedores de insumos.
“Pero apuntamos a seguir creciendo en Bolivia. El país es uno de los menores consumidores de leche de la región, 42 litros per cápita al año cuando lo recomendado es 150”, señaló Kruger.
Hace unas semanas la prensa local informó que el Gobierno estaba contemplando la posibilidad de nacionalizar la empresa, a solicitud de la Federación Departamental de Regantes y Sistemas Comunitarios de Agua Potable de Cochabamba (Fedecor). Sin embargo, ninguna autoridad boliviana ha mencionado el asunto de manera pública y esta semana, durante la reunión Expo Perú, tanto el ministro de Comercio Exterior y Turismo, Martín Pérez, como el embajador peruano en La Paz, Manuel Rodríguez Cuadros, descartaron dicha posibilidad y sostuvieron que no ha sido mencionada de manera oficial.
Vender en Bolivia
Mientras a unos les va bien en Bolivia y sus márgenes de ganancia crecen, otros están a punto de ingresar a competir. Ese es el caso de Peusac, fabricante de la conocida gelatina Universal, que tiene planeado exportar al mercado boliviano. Su gerente de exportaciones, Doryan Zea, estuvo esta semana en la Expo Perú, que reunió a más de 80 empresas peruanas en Santa Cruz, para mostrar sus productos a potenciales clientes bolivianos. Si los trámites para los permisos son exitosos, a fin de año estarán haciendo su primer envío.
“Firmaremos contrato con un distribuidor para colocar nuestros productos en Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, donde se concentra el 80% del mercado”, explica Zea.
Peusac entrará con toda su gama de productos, como gelatina, flan, pudín, chicha morada, mazamorra morada (acá se llamará api), etc.
Al igual que los demás expositores peruanos, Zea considera que el contrabando y la falsificación son los mayores enemigos de las industrias, especialmente en los rubros de alimentos y textiles.
“Para empezar, esperamos facturar US$ 50 mil. En el Perú, el mercado para nuestros productos es de US$ 25 millones, acá solo llega a US$ 10 millones”, precisa Zea.
Golosinas Trome, empresa peruana que ya vende en Ecuador, está explorando el mercado boliviano. Su gerente general, Gustavo Castro, explicó que primero tiene que contactar a un buen distribuidor. “El principal problema es la informalidad”, se quejó.
Esa es la opinión de Félix Díaz Núñez, gerente general de Textil Latino, empresa que busca reingresar al mercado boliviano después de diez años. “El mercado es muy informal”, sentencia, pero también confía en hacer buenos contactos y encarrilarse en el camino de aquellos que le sacan márgenes de ganancias a las oportunidades.
El contrabando sigue siendo la tarea pendiente
La economía informal en Bolivia está basada principalmente en el contrabando, que mueve unos US$ 1.200 millones al año (el 10% del producto bruto interno del país), según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
El ministro de Comercio Exterior peruano, Martín Pérez, reconoció que el contrabando es un tema pendiente, especialmente del lado boliviano, y que es necesario articular un plan conjunto para neutralizarlo. Para ello, se reunirá en agosto con su par boliviano, los jefes de aduanas y la policía de ambos países en Desaguadero, zona neurálgica del contrabando transfronterizo.
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